"Dejemos que fluyan las palabras. Y que sean otros los que les encuentren su sentido"
Soy de esa poca gente que piensa que quien no ha conocido la belleza de las palabras, no ha vivido realmente. Dejarse envolver por ellas, dejar que te transporten, que te muestren su magia, son de esas cosas que te hacen débil a la vez que te fortalecen: te hacen crecer, te hacen cambiar, son capaces de provocar que tus valores y tus ideas sobre la vida, la muerte, el amor y el odio se transformen.
No entiendo a quienes apartan a las palabras de sus vidas cuando a mí, personalmente, son capaces de hacerme llorar, de hacerme reír, de hacerme estremecer. No sabría vivir sin ellas. No sabría vivir sin las novelas, los cuentos, las frases reflexivas, las poesías, las canciones. ¡Cómo vivir sin poder expresar sentimientos y emociones!
Opino que en todo escritor su talento reside en ser capaz de emocionarse a sí mismo con sus textos, porque creo que quien no es capaz de emocionarse a sí mismo jamás podrá emocionar a los demás.
Para mí escribir es especial porque es una forma de expresar todo lo que siento sabiendo que nunca se borrará, que siempre permanecerá. Escribir es mi vida pero no deseo escribir libros ni ser conocida, porque entonces las palabras dejarían de ser hermosas, y cuando algo que amas se torna en una obligación esa habilidad acaba perdiendo toda su magia. Personalmente, prefiero seguir escribiendo para mí y para quien desee leerme. Y ojalá algún día sea capaz de ilusionar a alguien con mis palabras. Y es que, sinceramente, que alguien disfrute con mis pequeños intentos de expresarme, para mí supondría la mayor satisfacción del mundo.
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