lunes, 14 de noviembre de 2011

Cumbres borrascosas


"Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad"

Hoy he leído en un periódico algo que me ha hecho pensar. Era un artículo de opinión que comparaba el trabajo en España con el agua. Sí, habéis leído bien: con el agua. Ni más ni menos. Este artículo explicaba que, así como el agua es esencial para sobrevivir (en un contexto natural y biológico) el trabajo sería, del mismo modo, nuestro sustento dentro de un contexto social y politizado.

Las incongruencias sobre el empleo y todo lo que este conlleva: salario, despido, vivienda... se multiplican. Lo que pretendo exponer hoy comienza con el dato de que actualmente tenemos 5 millones de parados en España. 5 millones que no podrán encontrar un empleo fijo porque tenemos un gobierno que no está creando nuevos puestos de trabajo. Lo que está provocando este -gran- inconveniente es que muchas familias españolas cuyos miembros no tienen empleo están siendo desahuciadas. Lo lógico sería pensar que una vez efectuado el desahucio las deudas de la familia con el banco correspondiente quedan saldadas. Pero nada más lejos de la realidad. ¡En la mayoría de los casos la familia sigue debiendo la hipoteca! Y yo me pregunto: ¿Tiene esto algún sentido? ¿Cómo es posible que una familia desahuciada por impago pueda seguir haciendo frente a la hipoteca de su anterior casa? A esto he de añadir que muchas comunidades autónomas, además, están empezando a prohibir (a riesgo de cuantiosas multas) el proveer de dinero a la gente que mendiga en la calle. Supongo que los ilustrísimos señores del gobierno piensan que el aire es nutritivo y que podemos vivir de él.

Quiero mencionar también que, a la par que nuestro país está inmerso en este horrible círculo vicioso, nuestros amados gobernantes votan a favor de auto-regalarse Ipods y de subirse los sueldos. He de hacer notar, así mismo, que dichos gobernantes no están a favor de las "Leyes de transparencia", donde los ciudadanos podamos acceder a los registros que notifiquen en qué elementos se gastan nuestros impuestos; que no desean revelar los costes de sus campañas políticas; ni tienen intención de renunciar a unos privilegios que, en mi más humilde opinión, quedaron obsoletos hace décadas.

Hay quien dice que la política corrompe. Hay quien afirma que el hombre es malo y egoísta por naturaleza. A mí me gusta tener fe en la humanidad. Está claro que se acercan cumbres borrascosas. Está claro que lloverá. Está claro que nos mojaremos, qué sufriremos y lloraremos. Pero toda borrasca acaba disipándose. Es hoy, más que nunca, cuando debemos tener esperanza... porque ninguna borrasca dura eternamente.

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