domingo, 13 de noviembre de 2011

Hablemos sobre el maltrato


                         "No des tu corazón a quien lo rompe. Cógelo y huye"


Hablar sobre el maltrato, para el 80% de las personas, significa hablar de violencia de género: un hombre que pega a su mujer, que la destroza, que la asesina cruelmente con un cuchillo o tirándola por una ventana. Me gusta pensar que el 20% restantes vemos un poquito más allá y concebimos otros significados posibles para este término

Yo, personalmente, estoy en contra de la ley de violencia de género actual, así como de que el gobierno creara un Ministerio de Igualdad en el 2008. Esto, por supuesto, no significa que tenga una mentalidad retrógrada y considere que las mujeres debemos ser sometidas al yugo y predominancia de los hombres. Lo que ocurre es que me parece paradójico que exista un Ministerio de Igualdad mientras que la Ley de Violencia de Género contempla sólo penas máximas para el maltrato de hombres hacia mujeres. Disculpad, señores del gobiernos, corregidme si me equivoco... pero ¿igualdad no significa acaso que la pena debe ser igual de dura tanto si es un hombre el que maltrata a una mujer como si es a la inversa? ¿Qué sentido tiene que si yo asesino a mi marido lo denominéis "violencia doméstica" y la pena que recaiga sobre mí sea infinitamente menor que si hubiera sido al revés?

Lo que yo y mucha más gente pensamos es que estas "estrategias" políticas solo sirven para ganarse el voto de aquellas minorías que elevan la voz de vez en cuando y que la multitud acaba acallando. Estoy hablando, por ejemplo, de las feministas más radicales. Y funciona, ¡por supuesto! Pero las consecuencias de que estos partidos políticos ganen un puñado más de votos, es que al mismo tiempo la sociedad pierde: perdemos en derechos, en justicia, y perdemos en libertad.

Tampoco llego a comprender que una pena de cárcel sea diferente si me asesina mi marido, que si me asesina mi padre. ¿No es acaso un asesinato igualmente? En ambos casos habría motivos emocionales y sentimentales, pero mi padre estaría libre mucho antes. ¿Y si es a mi hijo al que asesina mi marido? La pena también sería diferente que si me asesina a mí, porque claro, ¡eso no es violencia de género!

Las lagunas que hay en nuestras leyes actuales son muchas, eso está claro. La justicia que se supone que es nuestra defensora es, así mismo, excesivamente deficiente. Hay quien dice que las manifestaciones y las revueltas pacíficas no sirven de nada. Hay quien aboga por una inmovilización social basada en quedarse en casa y gritarle al televisor. Yo creo que cuando se sale a la calle sí conseguimos algo: hacernos oír. Y hacerse oír, señores, es mucho...¡porque somos muchos! y cada nueva voz se suma a las anteriores. Yo no quiero vivir en un país que tenga que crear un ministerio de igualdad para contentar a las masas. La igualdad es un valor que deberíamos inculcar a nuestros hijos desde el ámbito de la educación: en los colegios y en nuestras casas. ¿Son necesarias las campañas? Por supuesto, pero solo siempre y cuando traten la igualdad desde un punto de vista amplio y sin matices. Porque si todos somos iguales, todos deberíamos sentirnos igual de amparados por las leyes y la justicia.

1 comentario:

  1. Cuántas veces habremos hablado de este tema, xD. En fin, nada que decir, sabes que estoy totalmente de acuerdo en todo. El PSOE ha tomado medidas para conseguir todos los votos posibles de las mujeres y se ha llegado al ridículo de buscar la igualdad creando desigualdad, además de que tiene lagunas como mares: ¿qué pasa con la violencia en parejas homosexuales?

    Defensa a la mujer, sí. Pero no a costa de injusticias. No es normal que desde 2006 se dejaran de sacar los datos de hombres que han sufrido maltrato por parte de sus parejas femeninas. Además, un dato esclarecedor: en 2009 la cifra de hombres muertos a manos de su pareja doblaba la cifra de 2004 (32-16), mientras que las cifras de mujeres muertas se mantenían prácticamente iguales (con altibajos a lo largo de los años, la media se mantiene en unas 70 mujeres muertas). Conclusión: la ley no sirve DE NADA. Bueno, sí: para empeorar las cosas.

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