Es imposible hablar de política sin hablar de engaños y de corrupción. Así mismo también es imposible hablar de política sin mencionar la palabra "esperanza". Como algún sabio dijo en su momento "la esperanza es lo último que se pierde", y es por eso que aún analizamos con ansia los debates televisivos, por lo que buscamos sin temor un partido político cuyas ideas reflejen nuestros valores, por lo que nos enfadamos y sufrimos cuando escuchamos mentiras, o por lo que nos alegramos cuando alguien toma una decisión que creemos acertada.
Yo, particularmente, me considero algo peculiar en este tema. Cuando me preguntan si soy de izquierdas o de derechas siempre respondo lo mismo: "¿de corazón, o de partido político?". Creo que de corazón todos (o casi todos) tenemos una ideología común basada en: una cierta calidad de vida, unas leyes que nos representen y una justicia que, como su propio nombre indica, sea justa de verdad. Buscamos un buen colchón económico en el que apoyarnos, un trabajo adecuado a nuestra formación, un salario que nos permita tener una vivienda digna y que nos deje criar bien a nuestros hijos. Queremos que nuestro futuro y el de los nuestros esté asegurado. Ni más ni menos.
Ahora bien, ¿qué debemos votar cuando -a efectos prácticos- los dos partidos principales de nuestro país no siguen esta ideología? ¿Qué debemos hacer cuando esos partidos no nos representan? Dejarse guiar por los programas electorales, en mi opinión, es un error. La mayoría son una utopía. Pintan las cosas de color de rosa y los adornan con florituras, arco iris, y unicornios voladores. Los llenan de promesas vacías que jamás llegarán a cumplir. Yo, personalmente, no me los trago.
Hoy nos encontramos en una situación difícil en la que para decidir qué votar cada uno ha de valorar antes qué potencial tienen los partidos políticos existentes, y cuánto pueden usar ese potencial para ayudarnos. Es evidente que nuestro país precisa de un cambio, sea el que sea. Aceptemos lo que esté por venir en las elecciones del 20N, y programemos un cambio de mentalidad para el futuro. Hemos tardado en actuar esta vez, pero nunca es tarde para promover una lucha a largo plazo. Nada es imposible cuando la situación se hace insostenible siempre y cuando seamos fuertes. Demostrémosle al mundo que nuestra ideología de corazón no es una fantasía.
"Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer lo posible imposible."
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