Caras, miradas, nombres… personas que pasan por nuestras vidas y que se van sin ni siquiera despedirse. En ocasiones algunas se quedan, otras nos observan desde la lejanía, y otras (la mayoría) se pierden en nuestra memoria. Suele llegar un día en el que, observando antiguas fotografías, descubrimos que no reconocemos la mayoría de los rostros de esas personas que tanto nos aportaron en su momento. Observamos con extrañeza algunos que nos son levemente familiares, y con desesperación otros que ni recordamos haber llegado a ver. Nos vienen a la memoria algunos nombres vagos de personas a las que en algún momento decidimos eliminar de las redes sociales porque no aportaban nada a nuestra vida. Poco a poco vamos rememorando algunos momentos, algunos instantes de carcajadas, de lágrimas… y nos preguntamos con dureza cuál fue el instante en el que comenzamos a permitir que la madurez y el paso del tiempo nos impidieran mantener en nuestra cabeza la alegría de esos increíbles días.
Puede que haya olvidado caras, nombres y lugares. Puede también que no esté ahí al 100% para las personas que aún quiero y deseo ver… pero jamás dejaré de contener las sonrisas al ver las fotografías de lo que para mí, sin duda alguna, fue el viaje más increíble de mi vida.
A vosotros,
Gracias.
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